ACTO EN CURA BROCHERO, SÁBADO 23 OCTUBRE 2010

domingo, 7 de julio de 2013

"MANZI, LA VIDA EN ORSAI", CRÍTICA, ELSA BRAGATO



MANZI, LA VIDA EN ORSAI
De Betty Gambartes (idea y dirección)
Arreglos y dirección musical: Diego Vila
Elenco: Jorge Suárez, Julia Calvo y Néstor Caniglia.
Teatro La Comedia, Rodríguez Peña y Santa Fe
EXCELENTE. GRANDES ACTORES PARA UNA EVOCACIÓN PROFUNDA DE MANZI
Recordar a Homero Manzi, nada menos, en un musical, ha sido una gran idea de Betty Gambartes, excelente escritora que aquí puso a prueba su capacidad de unir música con ficción. No hay un solo elemento que perturbe o esté demás en el escenario: de punta a punta, el espacio escénico es utilizado por el trío musical que dirige Diego Vila, a veces como cortina musical en vivo, otras como integrantes de un conjunto en una radio de los 40 o bien acompañando a los protagonistas. En el lado opuesto, tan solo el telón de fondo negro nos dará la clara idea de Manzi en la cárcel por ser un radical revolucionario contrario al golpe de Uriburu en los 30. Todo en su lugar, todo útil para el desplazamiento de los protagonistas. Una mesa, dos cillas, un espejo, un teléfono. Y, en el fondo, una escalinata que da lugar al cielo y a la ciudad respectivamente.
En los protagonistas vamos a reparar ahora: Jorge Suárez nos viene sorprendiendo o bien el teatro nos permite descubrirlo como el gran actor que es. El papel de Homero Manzi le queda a las mil maravillas y con esa barbita tan típica del gran poeta santiagueño capturado por la porteñidad, logra hasta un aire a don Horacio Ferrer, sin perder la esencia de su rol, donde un hombre con el alma cargada de poesía lucha como don Quijote y los molinos para hacer escuchar su voz, su amor, sus ideas. Las interpretaciones de algunos de los tangos del gran Manzi logran en la voz actoral de Suárez una interpretación más que lograda.
Dúctil, Néstor Caniglia, de vasta trayectoria, cumple con los roles de Cátulo Castillo, “Catulín”, y Aníbal Troilo Pichuco. Es cierto que su físico no es el de Troilo, pero la capacidad actoral de Caniglia supera ese detalle alejándose de la caricatura.
Julia Calvo, en el papel de Nelly Omar (Nelly Omar fue la amante de Homero Manzi, así como Ada Falcon lo fuese de Francisco Canaro), es quien se enamora perdidamente de ese poeta que la persigue en la radio, que le regala flores y poemas pero que jamás abandonará a su mujer y a su hijo (el compositor Acho Manzi que lleva el nombre real de su padre, Homero). Calvo logra una de las interpretaciones más conmovedoras de su carrera, pasional, con un dulce erotismo que atrapa al poeta, entregada locamente a la pasión. Su llanto al borde del escenario por las indecisiones de Manzi tiene una altura dramática digna de la Magnani.
El texto tiene momentos cumbres en sus parlamentos: uno, cuando Manzi le pregunta con desesperación a Troilo si sus tangos se conocen, si la gente los canta. Y otro, entregándose a Dios con una rebeldía crística por la terrible enfermedad terminal que lo aqueja gritándole a los cielos que en ese pecho todavía hay mucha poesía para entregar, que Dios lo deje un poco más en esta Tierra para cumplir con sus sueños.
Radical volcado al peronismo porque “cumple con los ideales del radicalismo”, Homero Manzi  tiene un “in memoriam” merecido, que lo rescata del olvido del siglo XXI, tan despiadado, y nos sumerge en aquellos 30 y 40 del siglo XX donde la bohemia significaba poesía, música, el sueño de que Carlos Gardel cantara los tangos de los “nuevos”, la amante fiel, y el ideario político-libertario de hombres y mujeres que enriquecieron nuestra historia. Porque, además de su maravillosa poesía, Homero Manzi militó por la libertad.
Muy buena resolución escénica, si bien habríamos preferido una escenografía más elaborada para estos personajes entrañables, con actuaciones que nunca podrán olvidarse. Betty Gambartes ha tenido una brillante idea, de ésas que marcan un hito en el teatro nacional contemporáneo. Sus actores, insuperables.
Elsa Bragato